miércoles, 25 de febrero de 2009
Visiones Inéditas: una propuesta de nuevos artistas
Pensado como un taller comunitario para artistas inéditos, el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez con el apoyo de la Plataforma Artes del Gabinete del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en Nueva Esparta, llevó a cabo un taller de artes plásticas, cuya propuesta nace de la necesidad de incentivar a las comunidades y abrir diálogos de acción mediante el arte, cuyos nuevos artistas mostraron su destreza en la exposición colectiva “Visiones Inéditas”
Esta producción de futuros creadores mostrará hasta el mes de marzo, el trabajo de 20 nacientes artistas plásticos y sus cuatro facilitadores, quienes en sus propias palabras consideran esta iniciativa como un nuevo aire para la plástica neoespartana.
“Preservar la cultura en todos los niveles es sin duda el propósito de este taller, que además de involucrar a personas de la comunidad, contó con facilitadores con al menos 8 años de experiencia que dieran las técnicas a esa comunidad, contratados por el IArtes, Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio” apuntó la facilitadora y personal del Museo Narváez Gabriela Millán.
La facilitadora igualmente explicó que “estuvieron un mes trabajando en los talleres de cada facilitador y al inicio ellos manifestaron que se habían sentido aislados, pero finalmente con esta experiencia se pueden encaminar a su desarrollo creativo y a una vida como artista. Sin duda esto abre nuevas vías hacia el progreso plástico, porque las artes visuales son una profesión en las que no hay que tener miedo”.
María Luisa Picón, facilitadora del taller aclaró que en muchos casos “los estudiantes son amas de casa, contadoras, personas que no tenían ese contacto con el arte. Finalmente las 20 obras, más las de los facilitadores, están expuestas ahora en el Museo. Nosotros lo que hicimos fue darle una orientación y lo curioso es que ninguno realizó trabajos parecidos a los del facilitador, por lo que sí hubo una libertad para desarrollarse. Se les enseñó a trabajar con los pinceles, a mezclar los colores, técnicas, entre otros. Me encanta que las personas tengan esas inquietudes, para mí fue una gran experiencia”.
Otro de los facilitadores, Carlos Maneiro, aseguró que para él fue todo un reto, “era una forma de fusionar mi mente con la de otras personas. Nunca había dado clases a este nivel. Cada facilitador acordó su horario y sin duda hubo libertad creativa de hacer lo que les gustara y facilitarles el material para ello. Siempre hace falta más iniciativas como esta en las que hay participación comunitaria”.
La experiencia en palabras de sus protagonistas
“Yo me enteré por mi hijo, hacía muchos años que no pintaba y volver a esto fue muy agradable, además hice algo que no había hecho antes” recuerda Magaly de Maneiro, participante de la exposición, en la que además participó Edelis Torres, chef de cocina de profesión y artista por convicción, quién asegura que “en un mes se realizaron los cuadros y fue un reto enriquecedor, de verdad el compartir con un grupo y tener una pieza exhibida en el museo hace que todo haya valido la pena”.
Para Griselda de Araujo siempre fue un sueño el “tener un cuadrito en una galería, lamentablemente a veces eso ocurre después de muertos, muchos pintores no son conocidos antes sino después. Pero bueno, me llegó la oportunidad y quiero seguir en esto, porque siempre me gustó, yo pinto siempre cualquier cosa que tenga en la casa y de verdad esto es un gran inicio”.
Como contador público, Madeleine Hernández, quien realizó un lienzo con Oleo contó su experiencia pues “de haber sabido antes que esto de pintar relajaba antes, no hubiese tenido las dos úlceras que me produjo mi trabajo”. Por su parte Omar Méndez cuenta que “para mí lo más positivo fue haber perdido el miedo a pintar, yo pinto muñecos de palitos, y aunque soy publicista, siempre creí no tener el talento. Me gustaría hacer esto un poquito más en serio, el día de la inauguración no pude estar en ella y de verdad fue muy triste para mí. Uno se desconecta del mundo y aunque trabajamos bajo presión, por el tiempo, resultó algo muy relajante”.
Como una experiencia de vida y luego de 17 años de servicio en el Museo Narváez, Javier Urbaez, quien desde los 4 años de edad ha estado en contacto con el Museo y participó desde pequeño en talleres de pintura recuerda que aunque creí que no tendría el tiempo pero me lo propuse. Fue un caso peculiar porque no pude realizar el taller junto a mis compañeros, sino en mis ratos libres de trabajo. Tener la oportunidad de compartir esta actividad, sobre todo en el museo, donde un trabajador puede tener la oportunidad de disfrutar de esta labor propia del museo, así que la historia se repite en una segunda generación y lo interesante es que mis compañeros de trabajo lo único que me dicen ahora es: me tienes que pintar un cuadro, es realmente una satisfacción.
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