viernes, 23 de julio de 2010

Andrés Eloy Blanco El poeta que miró a su pueblo


Poeta, ensayista, dramaturgo, cuentista, humorista, periodista, biógrafo, orador abogado y político, entre otras cosas, Andrés Eloy Blanco, hijo de una familia numerosa, nace en Cumaná estado Sucre, el 6 de agosto de 1896 y aprende sus primeras letras en la casa del maestro Vicente Ruiz.
Con apenas ocho años de edad, víctimas de desavenencias políticas, su familia es confinada en Margarita, para posteriormente residenciarse en Caracas e ingresar luego a la Universidad Central de Venezuela donde obtuvo, en 1918, el título de abogado, fecha en la que también va por primera vez a prisión por participar en las manifestaciones estudiantiles contra el Ministro Felipe Guevara Rojas y su medida de cierre de la Universidad Central.

Una vida de altos y bajos
Después de la prisión, el poeta venezolano traía bajo su brazo varios libros escritos con una nueva forma de tratar la realidad, que denominó colombismo. Decía: “…no es una nueva escuela. Es un estado del alma. Se trata de una actitud descubridora del poeta en contacto con la realidad americana”.
Ocupando distintos cargos políticos y diplomáticos, Blanco también cosechó éxitos desde horas tempranas por su creación, como el premio de los Juegos Florales de Ciudad Bolívar, el Concurso Literario del Zulia y el primer premio en un concurso promovido por la Real Academia Española de la Lengua, por su “Canto a España”, premio que le da notoriedad internacional.
Su actividad política en oposición al régimen gomecista, lo llevó varias veces a la cárcel y al destierro. Restablecida la democracia, Andrés Eloy Blanco fue al Congreso Nacional y en 1947 fue electo Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, así como posteriormente Ministro de Relaciones Exteriores en el mandato de Rómulo Gallegos.
Como dato curioso, Andrés Eloy Blanco, además de dejar una extensa obra entre la que destaca Barco de piedra, Malvina recobrada, Abigaíl, Baedeker 2000, El huerto de la Epopeya, entre otras, también ejerce su profesión de Abogado en Apure, lugar en el que es contratado para defender a Doña Francisca Vásquez de Carrillo (La Doña Bárbara de Rómulo Gallegos). Una mujer a la que describe fea y obscura, y a la que denominó la “arcilla para el modelado de Doña Bárbara”.
Logros de un poeta popular
Blanco, además de hombre de familia, destacó en la poesía con especial luz; un opulento y vastísimo campo para expresar toda suerte de impulsos emotivos y musicales interiores, con su propia voz como él mismo expresaba, así que atendió siempre a lo que decía la gente, la calle, de allí la gran popularidad de la cual gozó con sus versos, en los que además de criticar, buscó exaltar del espíritu de superación del ser humano, de la necesidad de estudiar y prepararse (alumbrarse como señala Andrés Eloy tomando la idea de Bolívar: Moral y luces son nuestras primeras necesidades) con el objetivo siempre presente de utilizar esas luces para, a su vez, irlas transmitiendo y difundiendo.
Igualmente sus poemas se enraizaron en el Venezolano y su entorno, y en lo que hasta podría considerarse como un himno en contra de la discriminación racial, con su famoso poema “Píntame angelitos negros”. (…) “Pintor que pintas tu tierra, si quieres pintar tu cielo, cuando pintas angelitos/ acuérdate de tu pueblo /y al lado del ángel rubio /y junto al ángel trigueño, aunque la Virgen sea blanca, píntame angelitos negros”.
Como periodista fue uno de los más afamados columnistas de la prensa venezolana incluyendo El Nacional, El Universal, El País, entre otros; como ensayista político, se destacó especialmente en su Navegación de altura (1941). Como orador político y literario, cautivó a las multitudes venezolanas de los años treinta y cuarenta.
Concluye una vida en el exilio
Padre de Andrés Eloy y Luis Felipe, el 21 de mayo de 1955 pierde la vida el gran Poeta Andrés Eloy Blanco, víctima de un accidente automovilístico en México, a pocos días de publicarse su última obra “Giraluna”. El 6 de Junio sus restos llegan a Caracas y es sepultado al día siguiente en medio de estrictas medidas de seguridad.
Su noble condición humana, su idealismo de otro tiempo, su caballerosidad, su adhesión a la causa de la libertad y de la democracia le costó cárceles, confinamientos y exilios; su humor, su ingenio chispeante, su sensibilidad por lo popular, su elocuencia, sus versos de inspiración tradicional, abiertos al entendimiento de las mayorías, hicieron de él un símbolo de la civilidad vigilante y una expresión genuina de venezolanidad extrovertida.
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Los restos de Andrés Eloy Blanco reposan en el Panteón Nacional desde el 2 de julio de 1981.
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“Soy un poeta, un poeta que decidió meterse una vez a abogado, otra vez a político. En ambas profesiones he salido, en ocasiones con las tablas en la cabeza. Pero sí me queda la satisfacción de que, en medio de esa audacia, no habiendo podido derivar beneficios materiales de la profesión de abogado, procuro, con mis pequeños esfuerzos, que mis compatriotas deriven algún beneficio espiritual de mí, incluso de mi incursión casi clandestina en la política y en el derecho”. Andrés Eloy Blanco.

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