El III Congreso Nacional de Cultura comenzó con el mes de octubre. Casi dos
años han pasado de aquel inolvidable encuentro con el Comandante Chávez bajo la
lluvia del Cordonazo de San Francisco. Hoy, esa lluvia que nos recuerda la
palabra y la obra del líder eterno de la Revolución Bolivariana riega la tierra
de nuevo, estamos en todo el país, integrándonos en la discusión de lo que
somos, de la sociedad que queremos ser.
El mes de octubre llegó con nuestras reflexiones sobre la cultura
comunal, la cultura de una sociedad
amorosa cuyas bases se alzan sobre los valores más elevados del espíritu
humano. Pero el viento de octubre, que trajo la lluvia y las ideas, el recuerdo
y el juramento, también nos heló el alma. Nuestros hermanos, Robert Serra
Aguirre y María Herrera Sequera, fueron arrancados de nuestro lado, justo
cuando más necesitamos de manos para hacer la patria y corazones para sentirla.
Nosotros, cultores y cultoras, participantes del III Congreso Nacional de
Cultura, condenamos el vil asesinato de nuestros hermanos. A esta hora sabemos
que fue un crimen planificado y ejecutado con gran precisión, por eso exigimos
justicia y que la verdad prevalezca.
Alzamos nuestra voz contra los planes de los grupos fascistas que desde el
inicio de la Revolución Bolivariana han tratado de frenar al río de Pueblo y de
ideas que han echado raíces en tierras venezolanas; estos grupos, financiados y
entrenados por la derecha imperial, buscan desestabilizar mediante prácticas
terroristas la paz que día a día construimos desde el trabajo y la reflexión
compartida.
Sabemos que no existen diferencias entre una vida y otra, que toda
manifestación de la vida es invalorable, así que no aceptamos que nos dividan o
confundan, no aceptamos la banalización de la muerte. Nos reconocemos como
seres humanos que luchamos por liberar a la humanidad de la violencia opresora
del capitalismo, violencia que se manifiesta de formas diversas, todas nacidas
del robo de la riqueza social y de la ausencia de oportunidades para todos y
todas. Estamos seguros de que los venezolanos y venezolanas honestos, rechazan
el mal en todas sus formas y reconocen a la bondad y a la vileza como los únicos bandos en pugna.
Como cultores y culturas, como hacedores de las artes, como pensadores,
cronistas, educadores y maestros, estamos conscientes de nuestro compromiso con
Venezuela y la humanidad, sabemos que debemos fortalecer a las nuevas
generaciones de cara al futuro, hacia una sociedad que reconozca la supremacía
de lo espiritual sobre lo material, donde la vida en todas sus formas sea la
riqueza más preciada. Con la bandera a media asta y sintiendo hondo la fuerza
de nuestros caídos, en todos los tiempos, en todas las luchas que nos
antecedieron, levantamos nuestra mirada para vislumbrar el horizonte, sabiendo
que cada paso, cada palabra, cada acción está dirigida hacia esa clara línea,
que es nuestro deber correr hacia los nuevos tiempos con las luces de la razón
y del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario